domingo, 29 de junio de 2008

Fútbol y raza


Ayer sábado El País digital publicó una entrevista a Rainer Bonhof, histórico centrocampista de la selección de fútbol alemana. Al acabar de leerla pensé que una de sus respuestas parecía ser a primera vista una imbecilidad de campeonato:
El País pregunta: "Desapareció la superioridad física que tenían los alemanes [en el fútbol] hace 30 años".
Bonhof responde: "Es verdad. El fútbol ha cambiado mucho. Ahora, los españoles juegan en Inglaterra, los alemanes en España, los brasileños en Alemania... Y ese mestizaje ha hecho desaparecer las diferencias físicas" (fuente).
Al principio creí entender que lo que Bonhof quería señalar era algo con lo que muchos estamos de acuerdo: la presencia de internacionales en las ligas europeas puede suponer un perjuicio para la promoción desde las canteras de los jugadores nacionales más jóvenes. Será por eso, pensé yo, que Bonhof habla de los españoles que juegan en Inglaterra y de los alemanes que juegan en España.
Sin embargo, seguía sin entender qué tiene que ver todo esto con el "mestizaje" y con la desaparición de las "diferencias físicas". Hasta donde sé, de una cosa no se sigue la otra. Y seguro que Bonhof tampoco es tan imbécil como para pensar que el hecho de que el brasileño Baptista juegue junto a Raúl en el Real Madrid va a suponer un mestizaje de algún tipo entre ambos, o que las orgías que organizaba Ronaldo en Madrid han hecho aumentar exponencialmente el número de niños de "sangre" brasileña que pululan por esta ciudad. Sería de lo más interesante desde el punto de vista antropológico y mediático que los jugadores se dedicaran a intercambiar génes en el campo..., pero no, seguro que Bonhof no puede ser tan imbécil como para estar diciendo eso.
Pues la conclusión de su comentario es que, de alguna forma, la fortaleza física que tenían los alemanes en el fútbol hace treinta años se ha visto perjudicada por el mestizaje. Pero si en la selección de Alemania hay mestizaje, esto se debe a que es posible, al igual que en cualquier otro país, que un alemán de origen turco, serbocroata, ruso o mongol sea elegido para representar a su país, sencillamente por jugar mejor al fúbol que otros alemanes, quizá más rubios, más altos y más arios que el primero, pero no por ello mejores jugadores. Por lo demás, para Bonhof es evidente que este mestizaje sólo puede perjudicar a Alemania y no aporta ningún tipo de riqueza a su fútbol. Según él, el perjuicio del mestizaje para este "pueblo histórico" radica en que provoca una desaparición de las diferencias físicas o, dicho de otra forma, una pérdida de la pureza de la raza.
Eso sí, siempre queda la opción de que Bonhof no sea un racista, sino sencillamente un imbécil; aunque lo más probable es que sea ambas cosas a la vez.

domingo, 22 de junio de 2008

El niño de las pinturas



Pasear por el centro histórico de Granada es recibir un bombardeo de garabatos que algún frustrado graffitero dejó en algún momento de aburrimiento, da igual si sobre la fachada del cutre edificio donde vivo o sobre una iglesia del siglo XVI. Más allá del debate sobre si el graffiti es arte o más bien algo distinto, lo cierto es que al pasear por las estrechas calles de esta ciudad uno también puede encontrarse en el momento más inesperado con los regalos que nos deja el niño de las pinturas.
Sus graffitis no se limitan a ocupar un muro cualquiera de la ciudad, sino que hacen emerger del olvido un rincón olvidado, un edificio al borde del derrumbe, un barrio demacrado. Si visitan Granada, no olviden ver la Alhambra y tapear en las Bodegas La Mancha, pero tampoco dejen de callejear: sin necesidad de planos es posible que al volver la esquina en la oscuridad se encuentren con los trazos dejados por el niño de las pinturas.
Una entrevista y galerías de sus graffitis podéis encontrarlos en el interesante reportaje que nos ofrece Cecilia Bogaard en Tertulia Andaluza.

martes, 10 de junio de 2008

Nûba d'or et de lumière. Entrevista a Izza Génini

El Festival Cines del Sur de Granada ha contado en su segunda edición con una nueva sección competitiva, Mediterráneos, a través de la cual el público ha podido acercarse a los pueblos y sociedades que conforman el mar Meditérraneo, como origen y también punto de encuentro de culturas y tradiciones comunes.
Este año el Premio RTVA a la creación audivisual “Meditérraneos” le ha sido otorgado a Izza Génini, por su documental Nûba d'or et de lumière (Nûba de oro y de luz), que cuenta la historia de una música viva, la música árabe-andalusí, cuya sinfonía sería la nûba.
El documental dibuja un "árbol músical", cuyas raíces nacen en el Emirato de Córdoba y que florece actualmente desde Marruecos a Tel-Aviv. La sinfonía de esta música crecerá en los coros de los califas de al-Andalus, se introducirá en la España Medieval de Alfoso x el Sabio y se difundirá en las composiciones de trovadores y poetas. Con la decadencia de al-Andalus, cruza el Meditérraneo, se extiende por el Magreb y vive actualmente en el Ala de Marruecos. La nûba es el movimiento musical que siguen transmitiendo y recreando las orquestas y grupos de lugares como Fez, Tánger, Tetúan o Chefchauouen. Este movimiento musical no sólo existe en las voces e instrumentos de los artistas, porque es también el movimiento vivo de un auditorio apasionado que desde hace siglos comparte en comunidad un mismo sentimiento.
En su larga trayectoria, éste no es ni mucho menos el primer documental de la directora marroquí Izza Génini. Ella es también la autora de la conocida serie Maroc, corps et âme, la cual se ha centrado en las músicas y tradiciones que conforman la rica cultura marroquí. Desde la asociación SOGEAV (actual OHRA), Génini apoyó igualmente la producción del documental Transes (Ahmed Al-Maanouni, 1981) que recorre la trayectoria del famoso grupo musical Nass Ghiwane. Transes fue presentada de nuevo en 2007 en el Festival de Cannes, con ocasión del lanzamiento por Martin Scorsese de la Fundación Word Cinema.



Gracias a la iniciativa de Tertulia Andaluza, tuve la suerte de encontrarme en el Festival Cines del Sur con Izza Génini, quien recibiría horas más tarde el Premio "Mediterráneos" de RTVA.
P: ¿Qué significa nûba?
R: Etimológicamente, nûba significa en árabe “por turno”. En el tiempo del califato, los músicos esperaban y guardaban su turno para tocar frente al trono del califa. Posteriormente, se conoce como nûba la sinfonía o estructura de la música árabe-andalusí que se ha extendido en todo el Meditérraneo.
P: ¿Qué papel jugó el califato de Córdoba en el nacimiento de esta música?
R: Un papel muy importante. La nûba fue creada en el siglo X por Zyriab, un letrado gran conocedor de la música y que era conocido también con el apodo "Mirlo negro". Éste llegó a Córdoba en el año 822 huyendo del Califato de Bagdad. Abderramán III le ofreció su apoyo y protección, y fue en este contexto histórico y político en el que nació la nûba. Esto muestra sin duda el importantísimo papel que jugó el Califato de Córdoba en el desarrollo cultural, intelectual y filosófico de la época.
P: Usted se ha interesado a lo largo de su trayectoria por múltiples aspectos de la cultura marroquí, desde Maroc, corps et âme hasta este último documental. ¿Cómo surgió este interés por las diferentes expresiones culturales marroquíes?
R: Aunque nací y me crié en Marruecos, con 17 años emigré a Francia, de forma que no había conocido realmente aquel país. Esto me llevó a interersarme más por la cultura marroquí, como un modo de pensar mi propia identidad. Y la música ha tenido para mí siempre un importante significado personal. Fue posteriormente cuando decidí tratar este tema profesionalmente.
P: Recientemente ha vuelto ha presentarse en Cannes el documental Transes, de Ahmed Al-Maanouni, cuya producción también apoyó usted desde SOGEAV. En él se da cuenta del movimiento de innovación que supuso el grupo musical Nass Ghiwane en el Marruecos de los años 70 ¿Cómo entiende actualmente la relación entre este fenómeno y la tradición musical encarnada en la nûba?
R: Cuando produje Transes, presté mi atención a una música moderna en cierto sentido. Ésta tenía sus raíces en la música tradicional, pero es cierto que era fusionada con nuevos ritmos, como el bereber y el andaluz. Lo cierto es que entonces no hubiera pensado hacer una película sobre la música árabe-andalusí. Con el tiempo, sin embargo, he aprendido que las músicas no tienen fronteras, por lo que es muy importante volver a sus raíces, para identificar así el camino que han recorrido y entender por qué pertenecen a un mismo patrimonio cultural.
P: ¿Y a este lado del Mediterráneo, cuánto de la música árabe-andalusí hay en las voces y los ritmos del flamenco que podemos escuchar aquí, en las Cuevas del Sacromonte de Granada?
R: No tengo la impresión de que ambas músicas estén en dos mundos diferentes. Hay sensibilidades muy próximas al flamenco en la música marroquí, como muestra el caso del gran Abdessadek Chekara. Por eso en la actualidad hay un flujo constante de artistas entre España y Marruecos, que no sólo van a tocar, sino que buscan compartir música o incluso formar grupos. Por ejemplo, el año pasado Nûba d'or et de lumière fue proyectado en el Festival de las Andalucías Atlánticas de Essaouira, donde también se encontraban figuras tan representativas del flamenco andaluz como Estrella Morente y el Lebrijano.
P: El documental pone de manifiesto que en la nûba se encuentra contenida una resonancia histórica que es común a la cultura europea, árabe y judía. Al parecer, en este caso, la apelación a la historia y a la tradición no separa a los pueblos, sino que permite su reconocimiento propio y común...
R: En efecto, yo estoy convencida de que hay espacios en los que las barreras desaparecen por sí solas, porque en el fondo estas barreras no son reales; en el ámbito de la música, desaparecen completamente. La nûba se extendió en la España Medieval gracias al reinado de Alfoso X el Sabio, de forma que podemos encontrarla en sus cántigas de Santa María. Y en Marruecos la música árabe-andalusí conserva aún un importante significado religioso, esta vez dentro del islam. Tanto en el cristianismo medieval como en el Ala de Marruecos, una misma música expresa la tendencia a lo trascendente. Esto muestra, a través del espacio de libertad que representa la música, que musulmanes judíos y cristianos pueden hablar un mismo idioma.

(Intérprete: Nina Sahraoui)

Publicado previamente en Tertulia Andaluza